29 marzo 2009

El Salto de Jimenoa, "la mejor forma de decir es hacer"

El ciudadano común, que es la mayoría, no cuenta de facto con un organismo que reciba y dé seguimiento a sus quejas y denuncias, mucho menos que haga valer sus derechos. A pesar de que el Ombudsman(defensor del pueblo) es una figura jurídica que existe por ley desde el 2001 en el país, aún no se ha escogido quien la encarne y por ende como órgano es inoperante. No obstante, tengo la convicción de que de poco servirá, pues lejos de gozar de la autonomía que debe serle inherente, permanecerá genuflexo a los intereses políticos y económicos que desde siempre han regido los destinos de la nación.

La prensa, que ante esta situación de indefensión de la ciudadanía debería ser su aliada natural, en gran medida carece de la debida independencia para jugar ese rol; pues está también postrada ante las presiones políticas y de los intereses de los grupos económicos que representa. Cediendo sus espacios a informaciones que les resulten mas gratificantes y lucrativas, menos conflictivas con las prioridades del establishment y/o que les genere gran cantidad de público.

Así pues, la insatisfacción con una inenarrable cantidad de situaciones que tienen lugar en el día a día de nuestro país y la imposibilidad de canalizarlas satisfactoriamente, fueron las causas que dieron origen a este espacio.

Aunque pasaron dieciocho largos meses sin que pudiera efectivar la promesa de denunciar una situación de la que junto a un grupo de amigos fui partícipe; estoy convencida de que casi en cualquier circunstancia, mejor es tarde que nunca.

Corría el mes de septiembre de aquel año, un grupo de amigos decidimos irnos a hacer turismo interno al Cibao central y la parada final le tocó al Salto de Jimenoa ubicado en Jarabacoa, La Vega. Esta hermosa cascada de 30 metros de altura, es un destino obligado para todo el que visita esta localidad. Al llegar al punto donde se aparcan los vehículos, bajamos para caminar unos cuarenta metros en una zona donde el paso vehicular está restringido por disposición del organismo rector de la hidroeléctrica de Jimenoa(CDEEE), ya que parte de las dependencias relativas a la presa se encuentran en las inmediaciones. Terminado este tramo, nos dispusimos a encaminarnos por un trillo de barro, en cuya entrada se encontraban apostados un par de rufianes sin identificación, que nos exigían el pago de una suma de dinero por concepto de "admisión".

En el entendido de que los recursos naturales son patrimonio de todos los habitantes del país, y que excepto en los casos de que se trate de ÁREAS PROTEGIDAS o CONCESIONADAS para explotación(v.gr, La Cueva de las Maravillas, El Hoyo de Pelempito, Bahía de las Águilas, Los Haitises...... ) NADIE, entiéndase bien, NADIE tiene que pagar ni una mota para usufruir de los mismos. Yo que soy una contestataria innata y sabía que ese balneario no caía dentro de ninguna de esas dos categorías, me opuse terminantemente a que cualquiera de nosotros pagara, por ínfima que fuera la suma; a la vez que motivé a los que tras nosotros venían para que hicieran respetar sus derechos ciudadanos. Luego de los infructuosos intentos verbales conminándonos al pago de los RD $ 20 p/p, los bandoleros desistieron ya que se percataron de que con nosotros, era pérdida de tiempo.

Hoy, luego de hacer una veintena de llamadas y ser rebotada, cual pelota de ping pong, entre innúmeros departamentos de las Secretarías de Medio Ambiente y Turismo, me deparé con la infausta noticia de que el Salto de Jimenoa está bajo la tutela del departamento de turismo de Jarabacoa, no de la Secretaría de Medio Ambiente, como era de esperarse.

Confirmé que el Salto no está catalogado como área protegida, ni ha sido concesionado para su explotación a grupo o persona física alguna.

La señora Yasele Gómez, quien regentea ese departamento, al parecer no entiende que su designación en ese puesto obedece a la necesidad que tiene el estado, de que el/la funcionario/a designado/a vele y supervice lo que es patrimonio del pueblo. Por el contrario, permite que un señor cuyo nombre es Erineldo de los Santos, que no representa a ningún organismo estatal, sino a su insaciable e impúdica ansia de lucro; carente de los debidos permisos y utilizando argumentos baladíes se haya abrogado el derecho de hacer uso de esta atracción ecoturística para obtener pingües beneficios.

Este País no tiene dolientes, todo marcha "manga por hombro", cualquier pelafustán se cree con el derecho de engrosar sus bolsillos usurpando heredades ajenas, escudándose en la consabida impunidad, la indiferencia y el soborno.

Hay que reaccionar ante tanto bandidaje, con firmeza y dignidad. A lo que no tenemos derecho es a quedarnos de brazos cruzados, porque la mejor forma de decir es hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario