06 mayo 2009

Reminiscencias del ayer.

El pasado lejano parece estar ahí, a escasos segundos de un tirón de la memoria.
Sin embargo, la intensidad de los cambios no deja lugar a dudas, ciertamente ha pasado mucho tiempo; el espejo confirma la sospecha.

La modernidad se nos ha venido encima, atrapándonos en sus fauces.
Para mí, que tengo una natural renuencia a dejarme llevar por los cambios tecnológicos, a pesar de que la mayoría de éstos implican una mejor calidad de vida, tener que sucumbir a los que he percibido como ineludibles, ha sido extremadamente traumático.
Parte de mi resistencia a la tecnología e inevitable desdén hacia quienes la adoptan sin cuestionamientos, está relacionada con la desagradable sensación que tengo, de que estamos siendo manejados como ovejas de un rebaño o meras fichas de un tablero. Reducidos a borregos, compelidos a montarnos en ese vehículo que muchas veces no es deseado, so pena de quedarnos aislados y/o discriminados. Lo tomas o lo dejas, pero invariablemente, la negativa trae consigo un precio muy alto, que pocos se resignan o están en posibilidad de pagar. Como si no bastara, nos vemos obligados a estar en un incesante proceso de aprendizaje de nuevos códigos, instrucciones y formatos.

En definitiva, no tenemos escapatoria, no se nos presenta una vía alterna que se avenga mejor con nuestro derecho de decidir, pero sin que ello implique quedar a la deriva. Indiscutiblemente, no hay libre albedrío.

Las PC y el internet caen dentro del grupo de cambios que han significado un inconmensurable avance en la calidad de vida. El internet es una inmensa biblioteca virtual, es una fuente casi infinita de conocimientos, al alcance en fracciones de segundos. Cambió drásticamente el concepto de espacio-tiempo.
Sin rubor me declaro su adepta, me siento más que afortunada de pertenecer a una generación que la tiene a su entera disposición.

La blogosfera me ha dado la oportunidad de conocer gente maravillosa, me ha proporcionado una visión panorámica del caudal de talento que hay, en cualquier esfera del saber, alrededor del mundo. Para mi regocijo y orgullo, nuestro país no es la excepción que confirma la regla.
Ésta también está modificando la dinámica y concepción de la información, ha permitido al ciudadano común empoderarse del espacio noticioso, el cual, hasta hace relativamente poco tiempo, estaba consignado en forma exclusiva a los medios de comunicación. Haciendo más libres, realistas y frescas las noticias servidas. Una verdadera democratización de la prensa.

El Facebook, al que no quería pertenecer, y relegué por mucho tiempo, pese a reiteradas invitaciones; me ha permitido reencontrarme con amigas/os de quienes hacía décadas no recibía noticias; así como publicitar mi blog, posibilitándome acrecentar el número de potenciales lectores; y también crear grupos sobre temas de mi interés.
Gracias, muchas gracias a mi experta amiga en informática, por motivarme con argumentos sólidos e irrebatibles, a sumarme a la "facebookmanía".

Sin embargo, sigo teniendo predilección por los heladitos de molde, sabor a frambuesa, de la señorita Tola(EPD); los inigualables palitos y dulcitos de coco de doña Enriqueta(EPD); los relojes de cuerda; los lápices Longo, cuyos topes tenían una raya negra pintada en el latón donde se incrustaba la borra; los papeles de hilo con formatos, colores y dibujos diferentes que se utilizaban para escribir cartas, cartas que llegaban perfumadas; por las cámaras fotográficas con su "hoyito" detrás para mirar la imagen, y sus aditamentos manuales; por los radios de tubo, finamente elaborados en madera preciosa por la Phillips; por las botellas de vidrio transparente en que venía la leche(Rica o Pangola); por los saquitos de papel níveo satinado, sellados por un hilo en su parte superior, en que se vendía el azúcar(Cisne o Papagayo)............. y por otras tantas cosas simples que nos acompañaron ayer, pero que ya no están. Quizás porque como escribió Jorge Manrique: "cualquier tiempo pasado nos parece mejor"

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